Rumanía sufre la peor tasa mundial de mortalidad por el rechazo de sus ciudadanos a la vacuna

Rumanía ha alcanzado en las últimas semanas la tasa de mortalidad per cápita más alta del mundo por covid y hace frente al dramático incremento de contagios lidiando con la reticencia de sus ciudadanos a vacunarse.

El país tiene la segunda tasa más baja de Europa de vacunación (alrededor del 44% de los adultos han recibido al menos una dosis, por delante de Bulgaria, con un 29%). En general, la Unión Europea se sitúa en el 81%, con varios países por encima del 90%.

El país superó la semana su máximo de muertes diarias por coronavirus, con casi 600 muertos en una jornada. La tasa de mortalidad del país en relación con la población es casi siete veces superior a la de Estados Unidos y casi 17 veces superior a la de Alemania.

En este contexto, los médicos luchan por concienciar sobre la importancia de la vacuna. No lo tienen fácil. Según informa The New York Times, el pasado octubre el obispo Ambrose de Giurgiu proclamaba ante los fieles de esta localidad rumana: «No se apresuren a vacunarse».

Este obispo de la Iglesia Ortodoxa, cuyas declaraciones tuvieron gran repercusión, aseguraba: «No se dejen engañar por lo que ven en la televisión, no tengan miedo a la covid-19». Ahora él se encuentra bajo investigación criminal por desinformación peligrosa.

«Esta ola es mucho peor que las otras, es como una guerra», asegura a The New York Times la doctora Anca Streinu-Cercel, que trabaja en el mayor centro de enfermedades infecciosas del país, el Instituto Nacional Bals de Bucarest.

Los médicos alertan de la situación desbordada en los hospitales. Y esto, asegura la doctora Streinu-Cercel, podría haberse evitado fácilmente. «La única razón real por la que alguien está aquí es porque no se vacunó», ha lamentado.

No ayuda la situación política, Rumania ha estado sin Gobierno desde el mes pasado, cuando se rompió la coalición centrista. También la historia juega un papel en la renuencia de la población a la vacuna. Bajo líderes como el antiguo dictador Nicolae Ceausescu (derrocado y ejecutado en 1989), «nadie confiaba en sus vecinos, nadie confiaba en las autoridades, nadie confiaba en nadie», cuenta a The New York Times Valeriu Ghorghita, un coronel del Ejército que impulsa la campaña de vacunación en el país.

Esto supone que muchas personas sospechen de lo que los funcionarios y los médicos les recomiendan. A ello se suma la proliferación en Internet de escépticos sobre las vacunas que divulgan consejos en sentido contrario. En este sentido, Ghorghita afirma: «Las noticias falsas tienen una gran influencia en nuestra población y en Europa del Este en general».

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